GIRANDO ALREDEDOR DEL SOL... Un Aleluya nada original...
Solitaria está la iglesia
frío y nevado el monte.
Sólo un candil tras los árboles,
calienta el trémulo titubear de la noche.
Se oyen cánticos...
Un coro infantil
el silencio desea romper.
Con su "Aleluya" renuncia
una utópica paz,
un idílico buen saber.
La luz, de un parpadeo inquietante,
su compás, su mensaje rehace
y, regateando del monólogo
los eufemismos fieles
del vientre henchido,
desenmascara su colorido vendaje.
Y es Navidad.
El candil ya todo lo entiende:
que sean los niños, él pretende,
que con sus voces al destino despierten
más, desaparezca del Yo,
su ego más impertinente.
Que el nosotros, sacuda el
estribillo más amable y
su saber hacer revele la realidad
que se consiente:
guerras, vil estrategia para unos pocos,
muerte y miseria, para los de siempre.
Canción de Navidad,
peones en masa, te celebramos.
¿Por qué no jugar al despiste siendo uno consciente
para no olvidar,
el final feliz de estas insaciables manos,
el convivir para vivir, del resto de la gente?
Y la noche ya no calla,
la Navidad se resiente,
las voces gritan más fuerte:
peones en masa seremos,
más, no nos subestimen,
la ironía en nuestros ojos aún, es latente.
Canción de Navidad,
el coro te sigue cantando.
Mientras, nosotros, peones en masa,
sortearemos sus palabras año, tras año,
pagando caro el tributo de unos cuantos,
mediando por mediar, con los espejos rotos del desengaño.

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